"De paseo en otro mundo"

10.12.2017

Hoy quiero compartir algo distinto y también más profundo y personal. Quiero llevaros de viaje a mi cabeza en donde, casi cada noche, antes de caer en el sueño profundo, suelo transportarme con mi imaginación a otra dimensión o mundo y me mantengo en un estado de seminconsciencia (hasta dormirme por completo).

Mis ojos se cierran en la oscuridad
hasta encontrarme finalmente en un estado de paz. Así que me despierto en un mundo distinto, en apariencia un planeta muy natural sin ningún rasgos de tecnología avanzada y con una escasa población dividida en un territorio a veces muy amplio. Casi siempre me encuentro en campos con muy pocos árboles y bajo los rayos de un sol siempre brillante en el cielo.

Pueden haber riachuelos que de vez en cuando me cortan el paso y, otras veces, senderos montañosos con caminos estrechos y tortuosos.

El suelo, es casi seco y no hay mucha hierba. También hay piedras que suelen ser amarillas y arenosas o también de un color grisáceo y de duras consistencia a según del paisaje. No faltan bosques repletos de árboles y con un manto de hojas en el suelo que hacen suave el camino al andar.

La tierra, la madera y la piedra son los principales elementos presentes, todos muy útiles a la hora de construir refugios o herramientas básicas.

Hay pájaros y ardillas pero casi nunca animales feroces y predadores. Los recursos naturales son abundantes para todo ser vivo y la vida está en equilibrio y en respecto consigo misma.

Me desplazo encima de mi dócil y fuerte caballo color canela y siempre estoy acompañada por mi hermana Sol. Ella viste una maravillosa armadura de oro, Su largo pelo rubio enredado en trenzas contrasta con color azul turquesa de sus ojos y la dulce forma de su cara.

Ella es mi protectora y compañera. Me guía, me escucha y me instruye, para que yo pueda decidir hacia donde ir.

Pasamos mucho tiempo a solas charlando y otras veces, estamos en presencias de amigos y compañeros que sienten profundo respeto y cariño por nosotras. Sean quién sean, siempre están dispuesto a ayudarnos y seguirnosnos. Nos aportan información valiosas o simplemente nos dan cobijo y soporte. Así, nos facilitan la llegada a nuestro destino o el cumplir con nuestros propósitos.

También nos podemos encontrar con quien necesita nuestra ayuda y apoyo. En estos casos, solemos quedarnos el tiempo necesario, y lo aprovechamos para vivir aventuras y aprender cosas nuevas.

La gente de ahí vive de forma comunitaria, trabaja en conjunto para satisfacer las necesidades de la comunidad. Hay constructores, artesanos, mineros, aventureros y también ermitaños que buscan su propio camino espiritual. Viejos o jóvenes, sin importar que sean hombres o mujeres, porque todos tienen la misma función vital y todos, sin distinciones, gozan del derecho a la vida y a la libertad de ser. Cada diferencia es aceptada y comprendida y esto favorece la armonía común, la paz y el respeto. Así, siendo todos parte de la misma naturaleza que los sostienes.

Es encantador estar en presencia de esta gente y escuchar sus voces. Ver cómo cuidan de los animales y como ellos le responden.

Entre las fronteras de estas tierras, no hay violencia ni injusticia. No hay ricos ni pobres porque todo está repartido de forma natural y es compartido a través del trueque y en función de las necesidades individuales y verdaderas.

A más de un día o día y medio de camino, se encuentran unos pequeños pueblos o aldeas donde la gente suele vivir en casas, yurtas o refugios y forman parte de grandes familias basadas en los lazos afectivo de amistad, simpatía y hermandad. No existe la familia como vinculo conyugal o hereditario, así como la comprendemos nosotros.

<<Amor>> para ellos sería una palabra muy pequeña para expresar aquel sentimiento que regula todos los aspectos de sus vidas. Sea eso alegría, nostalgia, cariño, compasión, amistad, o también vigor, crecimiento, desarrollo, armonía...
No existe posesión ni intercambio en ese sentido. Amor es la pura voluntad y conciencia de dar, porque en esto mismo hay un recibir que se materializa en todos los dones cotidianos de la vida.

Pero ahora no estoy aquí solamente para hablar de este mundo paralelo. En verdad, quiero llevaros conmigo de paseo por estos lugares, para daros, de esta forma, la posibilidad de respirar un poco de ese aire que yo respiro allá donde vayas.

Ahora mismo, estoy con mi hermana Sol en una vasta pradera a las luces del crepúsculo. No hay nadie más hasta el horizonte y pronto se hará de día. La sensación de paz es tan grande que tengo gana de echarme en la suave hierba amarilla que nos rodea como si fuese una alfombra. Mi hermana sonríe al ver cómo disfruto de mi descanso y, mientras intento cerrar los ojos, me dice ella:

<<Estoy feliz cuando estas aquí. Sobre todo, cuando te veo tan contenta. ¿Quieres que te cuente algo interesante?>>

A estas palabras, mis ojos se abren otra vez y, con una sonrisa, le contesto:

<<Por favor, mis oídos siempre agradecen escuchar el sonido de tu voz.>>

Así que Sol, empieza diciendo:

<<Hay una cueva, no muy lejos de aquí, donde duerme un caballo solitario. Él es un alma vieja que ha vivido muchas vidas en este y en otros mundos.
Antes de ser un caballo, ha sido un ave, un pez y también una serpiente, pero nunca ha sido un ser humano ni nunca ha pisado el planeta tierra de donde tu vienes.>>

<<¿De que color es su pelo?>>, le pregunto Yo.

Sol: <<Es un caballo blanco con la cola gris. Nadie le ha cautivado jamás porque todos aquí lo respetan y lo aman, percibiendo su fuerza y sabiduría. Hay personas que han hecho un largo recorrido solo para ir a visitarlo y buscando respuestas a sus preguntas.>>

Yo: <<¿Qué tipo de preguntas?>>

Sol: <<Preguntas existenciales, preguntas sobre el origen del todo y preguntas sobre los dioses>>.

Yo: <<¿Qué preguntas podría él contestar sobre la diosa sol y el dios cielo?>>.

Sol: <<Tal vez no muchas más de las que yo podría contestarte... Pero imagino que él sabrá mucho sobre el origen del universo y sobre el dios del cielo...>>

La idea de visitar el caballo sabio comienza de inmediato a llenar mi cabeza, así que digo:

<<¿Podemos ir a la cueva de que me hablas? Creo que me gustaría conocer al caballo sabio y hacerle yo misma unas preguntas.>>

Sol mueve su cabeza hacia mi y entonces nos preparamos para ir hacia las montañas, pasando por un largo desfiladero. Finalmente, después de unas horas, estamos frente a unos árboles que esconden un pasadizo entre la roca.

<<Ahí esta la cueva...>>, dice Sol.

Yo la miro en silencio, espero más instrucciones, pero ella solo me sonríe, me deja intuir que solo la fuerza de mis preguntas podrá abrirme el paso.

Bajo entonces de mi caballo, me armo de valor y me propongo llegar hacia mi destino.

Sol sigue mis pasos, me proteje y me anima a andar hasta que la entrada de la cueva se vuelve perfectamente visible, esculpida en la piedra por las manos del tiempo y tal vez del agua que una vez debía de cubrir aquel lugar.

La luz no llega a iluminar las paredes, así que procedo despacio sin mirar ni siquiera a mis pies.

Un ruido me interrumpe y se oye entonces una voz cavernosa que dice:

<<¿Quién viene a despertar mi reposo?>>

Así que yo, sin esperar, contesto:

<<Me llamo Laura y he venido hasta aquí para conocer el sabio y poderoso caballo que vive en esta cueva>>.

La voz, pues me dice:

<<Ya se quien eres, hija del sol. Pero aún así, no puedo dejarte pasar hasta que no resuelvas un pequeño acertijo:
"¿Quien viene por la noche sin agua en su cara y vuelve por el día con el mar a sus pies?">>.

Me quedo un buen rato pensando, pero no encuentro la solución.

Entiendo pues que mi visita deberá esperar algún tiempo más.

Sol caricia mi pelo para consolarme y las dos volvemos a subir en nuestros caballos para regresar hacia Colinky, el refugio de las sacerdotisas.

Durante todo el camino, quedo en silencio pensando a la respuesta del acertijo. Pero lo que más he aprendido aquí es que no hay que tener prisa porqué todo sucede en su momento y en su lugar.
 

Laura Colaysïs